DF Conexión Asia | China carece de una política creíble para cumplir su propio objetivo de crecimiento
FT View © 2024 The Financial Times Ltd.
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El discurso inaugural de Li Qiang, primer ministro de China, ante la Asamblea Popular Nacional (la semana pasada) pareció una explosión del pasado ideológico del país. Se deshizo en elogios hacia su jefe, Xi Jinping, el líder más poderoso de China desde Mao Zedong, pero no describió en detalle los planes del gobierno para combatir los múltiples obstáculos económicos que enfrenta.
Los inversores hicieron bajar el índice bursátil de Hong Kong el martes pasado, después de que Li fijara un objetivo de crecimiento del producto interior bruto de “en torno al 5%” para este año, pero no desvelara un paquete de estímulo significativo para alcanzar esa meta. Más aun, el hecho de que el primer ministro se centre en el “desarrollo de alta calidad” -que eleva prioridades como la autosuficiencia tecnológica y la seguridad económica- demuestra que Beijing ya no persigue únicamente el crecimiento del PIB.
“Beijing parece más animado por la ideología que por generar riqueza. Pero priorizar la seguridad, la tecnología y la autosuficiencia por sobre el crecimiento del PIB entraña riesgos reales”.
Li se ha definido a sí mismo como un “ejecutor” leal y un “realizador práctico” en declaraciones formales desde que asumió el cargo el año pasado, enviando un claro mensaje de que Xi -y no Li- está a cargo de la cartera económica de China. Esto contradice las fases más reformistas de las últimas décadas, cuando el primer ministro de China solía supervisar la economía, mientras el secretario general del Partido Comunista Chino, cargo que ocupa Xi, se ocupaba de la política.
En su discurso, de una hora de duración, se esforzó por dejar claro dónde reside el poder actual. Los logros de 2023, dijo Li, fueron gracias a Xi, “que está al timón, trazando el rumbo, a la sólida guía del Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era”. La muestra de sumisión se produjo un día después de que Beinjing suprimiera la tradición de que el primer ministro de China ofrezca una rueda de prensa televisada al cierre del congreso.
Estas señales, en conjunto, contribuyen a crear la sensación de que es la ideología, más que la generación de prosperidad, lo que realmente anima a Beijing. Este cambio cognitivo está, a su vez, impulsando una reorientación del capital internacional, que se aleja de los activos chinos para buscar rentabilidad en Japón, India, el sudeste asiático y otros mercados.
El discurso de Li dio pocos motivos para el optimismo en cuanto a que China alcanzará su objetivo de “alrededor del 5%” este año, tras una tasa oficial de crecimiento del 5,2% el año pasado. Sus comentarios no incluyeron planes detallados para apoyar el gasto de los consumidores, a pesar de que la deflación de los precios al consumo se encuentra en su punto más bajo desde la crisis financiera de 2008-2009.
Según un análisis de la consultora Gavekal Dragonomics, el objetivo de expandir la demanda interna ha pasado de ser la máxima prioridad en el informe del año pasado al tercer puesto este año. Los dos objetivos de la política industrial, “modernizar el sistema industrial” y “desarrollar nuevas fuerzas productivas de calidad”, se sitúan por delante. Ambos objetivos implican promover la emergencia tecnológica de China.
En términos de apoyo fiscal, se dio a conocer un modesto nuevo impulso. Se ha programado una emisión de bonos especiales del Tesoro por valor de 1 billón de RMB (139.000 millones de dólares) para financiar “la capacidad de seguridad en áreas clave”. Este concepto no se definió, pero probablemente se refiera a infraestructuras.
En otro signo de la importancia concedida a la seguridad, Li anunció un aumento del 7,2% del gasto en defensa, hasta 1,6 billones de RMB, superando el objetivo oficial de crecimiento. China es el segundo país del mundo con mayor presupuesto de defensa, después de Estados Unidos, y Li prometió oponerse a la “injerencia externa”.
Dar prioridad a la seguridad, la tecnología y la autosuficiencia por encima del crecimiento del PIB entraña riesgos reales para China. Las vulnerabilidades del país -un mercado inmobiliario tambaleante, elevadas deudas de los gobiernos locales, una deflación cada vez más profunda, un elevado desempleo juvenil y otras- exigen crecimiento para evitar nuevas caídas.
Sin embargo, hay pocos indicios de que Beijing disponga de las políticas necesarias para alcanzar el objetivo de crecimiento que ha declarado. Y lo que es más grave, debería tener en cuenta las advertencias de su propia historia: cuando la ideología infesta la economía, pueden producirse fuertes retrocesos.